miércoles, 2 de abril de 2014

La normalización es crucial para los niños de educación especial

Se necesitan más recursos y apoyo por parte de las instituciones


Begoña Álvarez, profesora de
educación especial
El principal objetivo que tiene el trabajo de un profesor de educación especial es cubrir todas las necesidades educativas de los niños y sus necesidades específicas ya sean físicas o afectivas. En definitiva, cubrir todos los ámbitos del niño para lograr que en un futuro puedan valerse por sí mismos.

Una estimulación desde la infancia tiene consecuencias muy positivas para el niño con necesidades especiales, consecuencias que le beneficiarán a lo largo de toda su vida, ya que consigue mejorar la situación de estos niños no sólo a nivel emocional, sino también académico y laboral.

Begoña Álvarez, profesora de educación especial y de educación infantil, destaca que actualmente los educadores conviven con muy pocos recursos, faltas de iniciativa y desgraciadamente, desde su experiencia, mucha desidia en general por parte de la instituciones, más que de los profesores. 

“Ahora hay muchos avances a nivel de estimulación precoz, pero los recursos que hay no están alcance de todos. La estimulación precoz de los niños de educación especial es fundamental” señala Begoña.

Begoña que ha trabajado con niños que tenían espina bífida, con niños con un retraso leve, sordera, ceguera parcial, retrasos madurativos, autismo… considera que la actitud de estos niños frente a las dinámicas que se les proponen dependen en gran medida de la entrega del profesor. 

“Si tú estás dispuesto a entregarte a tu trabajo, la respuesta es muchísimo mejor que en niños supuestamente normales o sin ninguna discapacidad”. 

Se necesita un compromiso firme para mejorar la educación especial


Normalizar a los niños de educación especial es crucial

Begoña ha vivido infinidad de experiencias positivas, desde el agradecimiento por parte de los padres, la entrega de sus alumnos y sus compañeros de profesión… Cómo punto negativo, destaca las dificultades a las que se enfrentan los menores a causa de su discapacidad.

“Tú quieres que avancen y por parte de lo que es el personal está todo dispuesto, pero luego te encuentras con las barreras arquitectónicas de la ciudad, los diferentes estamentos del Gobierno que no te facilitan ayudas… Vas a hacer una excursión y es imposible con una persona en silla de ruedas y, sobre todo, que la sociedad no los acepta como tal” afirma Begoña.  
Lo que ocurre en cuanto a la actitud del Gobierno es que a nivel de papel todo es muy bonito, pero a nivel de hechos me parece que la integración en sí no se ha llevado a cabo, porque si tú quieres normalizar a este tipo de personas lo primero que tienes que hacer es ponerles las cosas mucho más fáciles. No hay la suficiente integración en los centros públicos. Sí, los meten en el aula, pero al final siempre los sacan de ella. No sé hasta que punto es integración o cierta convivencia con lo que es el grupo de escolares normal y corriente”.

Es necesario que se tomen una serie de medidas inmediatas como la normalización de estas personas. Sólo así se podrá conseguir que estos niños al crecer tengan un futuro, visita nuestra noticia "Creemos un futuro mejor para los niños de educación especial" en la que amplíamos esta información.

Debe de haber más apoyos en los centros escolares y una política enfocada a dar más recursos para estos niños, sobre todo, para los discapacitados físicos.

“Hay gente que no puede llegar, pero es igual que hay persones supuestamente normales y que tampoco llegan a unos estándares y si los niños con discapacidades van más despacio, hay que ir más despacio”. 

No existe ninguna diferencia entre un profesor de educación infantil y de educación especial. Begoña como profesional que ha trabajado en estos dos campos afirma que el cariño, la ternura con la que los tratas… se asemeja mucho.

“Los niños con estas afecciones te reclaman mucho el afecto, sobre todo, si tienen síndrome de down, siempre te piden que los beses y los abraces”. 
“Por otro lado, también debería de ofrecerse más formación para los profesores porque si lo queremos normalizar, lo lógico es que no hubiese profesores de educación especial, es decir, cualquier profesor podría ser capaz de educar a estos niños. La sociedad últimamente está más conciencia, pero hasta que no tienes un caso cercano no ves realmente la realidad de la vida que llevan esta gente” añade Begoña.

El futuro de los niños de educación especial


Los padres de estos niños siempre piensan en el día de mañana. Qué va a ser de sus hijos cuando ellos no estén si no tienen una educación, un trabajo… es el temor que tienen todos estos padres. De ahí, que la normalización sea la clave para que tanto los pequeños puedan desenvolverse solos, como para la tranquilidad de sus familias. Por supuesto, siempre hay casos muy graves como el autismo severo que deben permanecer en un centro, pero hay una gran mayoría de niños que el día de mañana podrán integrarse en la sociedad y en el mundo laboral perfectamente.

“Por ejemplo, pueden ser bedeles si su capacidad o inteligencia es límite. Por otro lado, sobre todo, en los casos de síndrome de down, los trabajos de producción en cadena son ideales para ellos, son personas extraordinarias con los que no tienes ningún tipo de problema. A lo largo de mi carrera he visitado centros de trabajo para gente discapacitada y no faltan al trabajo ni un día, son gente que les pones una tarea y la hacen. Además, suelen ser bastante metódicos normalmente. Bien es cierto que existen casos que no los puedes sacar de su rutina porque se pierden, pero siguiendo unas normas y hábitos básicos pueden reinsertarse de forma inmejorable”.

Afortunadamente, a día de hoy los padres son muy conscientes de las discapacidades de sus hijos y están dispuestos a hacer lo que sea necesario para asegurarles un futuro.

"El apoyo de los padres suele ser total, ellos están dispuestos a hacer lo que sea para que sus hijos salgan adelante. Además, quiero destacar que las relaciones de los padres con sus hijos con discapacidad es igual que si tienes un hijo totalmente sano, incluso estos pequeños se quejan de una sobreprotección por parte de sus padres un tanto exagerada… He trabajado con niños que han estado en centros de integración y lo que realmente echaban de menos era la atención por parte de los profesores. Sin embargo, con los padres quieren que les dejen más mano ancha" afirma Begoña.

La clave para ser un gran profesor de educación especial es, sobre todo, el amor por el ser humano y ser un apasionado de la educación.

“Te tiene que gustar tu trabajo y no debes ser escrupuloso, no hay que tener miedo a limpiar vómitos, a sondar… porque, por ejemplo, niños con espina bífida se hacen sus necesidades encimas. Y, por otro lado, también es muy importante ser una persona cariñosa y poder darles mucho afecto. Ves pequeños avances, pero que para ellos son grandes logros y no tiene recompensa y el agradecimiento que te dan, las alegrías. Son mucho más agradecidos… En los casos que yo he vivido, si es algo psíquico suelen estar mucho más agradecidos que un niño sano” señala Begoña.
Hay que entregarse, más que tener paciencia, pero merece la pena. Desgraciadamente, ahora veo un exceso desmotivación por parte de los profesores, en gran medida porque han perdido muchos de los beneficios con los que antes contaban” añade Begoña.

Es importante enfocar la educación a sus inquietudes y habilidades, así se motivan más y ven que son capaces de llegar a hacer más cosas. Un pequeño logro, como afirma la educadora especial Begoña, es mucho para ellos. Por ello, cuanto más pronto se dé esta educación adaptada a sus necesidades, más rápido avanzan y más orgullosos se sienten de sí mismos.


Los niños no tienen perjuicios con sus compañeros de educación especial


Los niños no suelen poner barreras para relacionarse con niños discapacitados, son los adultos los que en muchos casos desgraciadamente ponen mucho más impedimentos y discriminan más. En etapas de nivel infantil, no notan si quisiera la discapacidad a no ser que sea por ejemplo, una ceguera o una sordera o que vaya en silla de ruedas. 

“Si es una discapacidad mental no la aprecian, al contrario ellos son niños, no tienen todavía estos perjuicios que les hemos inculcado la sociedad, le ven como un igual… Yo he trabajado también con niños de educación infantil regular y pueden encontrar a lo mejor más raro un niño de color que un niño con discapacidad. Es más recuerdo la anécdota de un pequeño de tres años que me preguntó por qué su compañero era de chocolate. Eso les llama más la atención. Sin embargo, si ven a un niño cojito piensan que se ha hecho daño o si tiene un retraso madurativo tampoco reparan en ello. Por eso, es mejor integrarlos desde pequeños porque cuando tú estás habituado a ver a una persona sorda o ciega por ejemplo o con cualquier otra discapacidad, lo ves como algo natural” sentencia Begoña. 

Una de las mayores satisfacciones de este trabajo es la recompensa cuando ves que avanzan y logran lo que desean. Hoy en día, como señala Begoña, con una experiencia de 5 años en la Federación de Espina Bífida de Madrid, sigue manteniendo el contacto con varios de sus alumnos.

“Se acuerdan de mí y de muchas cosas que les expliqué en su día, a pesar de 10 años sin estar con ellos en clase”.

La principal conclusión a la que llega Begoña es que hay que normalizar a estos niños e integrarlos en la sociedad.

“Son personas como otras cualquiera y, sobre todo, es importante prepararlos para su futuro laboral. La mente siempre la podemos llenar, y aunque tengan una capacidad mayor o menor, siempre se puede formar, igual que la de las personas sin discapacidad”.

La naturalidad es clave para tratar a niños de educación especial


La psicopedagoga María Alonso destaca que no hay que tratar de forma diferente a los niños con discapacidad. Los niños son conscientes de su discapacidad y en muchos casos se sienten acomplejados o rechazados, sobre todo, en la etapa adulta. Por eso, es vital que desde la infancia se integren en las escuelas regulares, ya que de esta forma no va a surgir tanta discriminación por parte del entorno.

“Su integración en la escuelas ordinarias es crucial si queremos que estos pequeños cuando crezcan puedan formar parte de nuestra sociedad, tanto como trabajadores o como personas que se puedan desarrollar y hacer una vida normal: ir a la compra, a sus puestos de trabajo solos…. Es fundamental que convivan con naturalidad con el resto de niños”.

La coordinación entre los profesionales que trabajan con niños de educación especial es esencial. Es una tarea conjunta, ya que trabajando codo con codo los resultados serán mucho mejores.

“En muchos casos, estos niños no creen en sí mismos, -en ser capaces de…-, siempre se les ha dicho -tú eres tonto-. Desgraciadamente, me he topado con muchos casos en los que me decían es que a mí siempre me han dicho que soy muy tonto y yo les respondía: -pues no, tú puedes hacerlo…- Me da mucha indignación que esto a día de hoy lo siga escuchando” señala María.

Las consecuencias sino se da una integración adecuada y una coordinación entre todo el equipo que trabaja con estos niños con discapacidad son muy negativas a largo plazo. Los niños no avanzarán y llegarán a la edad adulta, sin esa capacidad de valerse por sí mismos, dejándolos desamparados si sus padres fallecen.

"Cuando son pequeños la capacidad de aprendizaje es mucho mayor, de ahí que cuanto antes comencemos a trabajar con ellos, mejor" destaca María.

Hagámosle la vida más fácil


Por su parte, la terapeuta ocupacional Carmen Martín, señala que los centros y colegios a los que asisten niños con discapacidades, no deben tener barreras arquitectónicas. Deben de estar adaptados y contar con ciertos espacios, ya que estos niños suelen trabajar con rutinas, debe de haber un espacio de juego, de trabajo…

En cuanto a los materiales, no es necesario gastarse un cantidad desorbitada de dinero, se puede trabajar perfectamente con materiales reciclados. Son más importantes los recursos humanos que los materiales, a no ser que sea una discapacidad motora, en cuyo caso un transporte adaptado es muy imprescindible. 

“No se necesitan grandes cosas a nivel de educación. Recuerdo, por ejemplo, en un centro en el que trabajé que se habían gastando un dineral en pizarras digitales y para qué, cuando las pizarras ordinarias hacen el mismo papel… Ese dinero podría haberse gastado en otros menesteres mucho más importantes” señala Carmen. 

Una de las bases de la educación especial es inculcar desde muy pequeños el que se ayuden entre ellos, que se enseñen cosas los unos a los otros, encargarles labores… 

“De esta forma, se sienten más satisfechos y repasan lo aprendido”.

Trabajar de forma coordinada es la mejor alternativa


Es muy importante trabajar de manera coordinada con los padres y evitar la sobreprotección, ya que no los deja avanzar. Desafortunadamente, según Carmen esto ocurre porque por parte de la sociedad no han recibido los apoyos que necesitaban. 

“Hay algunas actividades que los padres tienen miedo que hagan, yo por ejemplo, estuve en una acampada de deportes adaptados de niños en silla de ruedas y han podido montar a caballo, en canoa… sin mayores problemas. Y tampoco es una cuestión de gastarse un dineral. El problema es que como no nos ponemos a ello y no vivimos los casos desde dentro, ignoramos todas estas cosas, pero es mucho más sencillo de lo que aparentemente parece ser. Muy al contrario, son gente que si les dedicas un poco más de tiempo, aprenden mucho más, se entregan mucho más y hay mucho más agradecimiento” afirma Carmen.



MARÍA SANJUÁN


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